La más exuberante colección de emoticonos
se derrumba ante esa mano que se acerca a consolarme,
las cejas que agrandan ojos,
los labios que acarician mi nombre.
Juntas, las palabras del diccionario no valen
lo que cuesta mi sonrisa.
Los píxeles no tienen músculos, ni piel, ni dedos.
Ese brillo inusual en los ojos
diciéndome que te gusta, las pupilas que anulan el iris,
el molinillo imposible de tus manos,
se quedan sin traducir.
Besos virtuales que llegan directos al cerebro
sin pasar por mi boca.
Labios y lengua huérfanos de sal.
Habitantes de galaxias cibernéticas, condenados
a vivirnos sólo con palabras.
miércoles, 8 de abril de 2009
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57 comentarios:
Me gusta mucho tu poema Alicia,
puedo decirlo?
Es triste que los destellos de una pantalla, nos colmen tanto a priori, y vayamos prescindiendo del destello de unos ojos,
que una sonrisa de signos nos colme,...es triste.
El culmen de una sonrisa de carne y hueso no tiene sustituto virtual, pero hay tantas cosas que se escriben y que nunca se dirían!
Beso Alicia, buenas vacaciones si las tienes,
ana
Puedes decir lo que quieras, Ana, y hasta no comentar nada si ése es tu deseo; me alegro de que te haya gustado. Aunque aprendo más con críticas constructivas ;-)
No pretendía ser triste, sino una reflexión más de los mundos virtuales intangibles. Y hay que aprender a decir todo aquello que una estaría dispuesta a escribir!
Mañana empiezan mis mini-vacaciones, espero que las tuyas estén siendo 'provechosas', en cualquiera de los sentidos que uno dé al término (o sea, que vale estar tirada)
Un beso,
Alicia
Bueno, la blogosfera como tema poético es algo más bien objetable, desde mi punto de vista (pero suelo ser algo talibán en materia de poesía, es sabido). Por otro lado, he expresado de forma suficientemente intensa mis opiniones (más bien negativas) sobre el medio, así que no insistiré aquí. En última instancia, y al menos en mi caso, considero que su única virtud (nada desdeñable, y por eso me aprovecho de ella) es la posibilidad de una publicación rápida y sencilla, lo cual, cuando hablamos de poesía, es toda una novedad (ni me planteo realmente intentar una publicación en papel, asunto directamente heroico, a la par que ruinoso, y que garantizaría una difusión básicamente nula respecto de la que potencialmente ofrece la red).
Las relaciones cibernéticas ofrecen suficientes zonas obscuras como para sumergirse en ellas (hablo de mí, de nuevo). En tu poema, me parece, todo pivota sobre una comparación demasiado directa (y obvia y anticlimática) entre esas relaciones electrónicas y las "carnales". Ése es un error común, se parece a considerar, por ejemplo, despectivamente la masturbación como un substitutivo (pobre, a decir de quienes tal comparación hacen) de las relaciones sexuales "de verdad" ("como Dios manda" escribiría, pero ya se sabe lo que manda Dios en estos asuntos, y no quiero que venga un fundamentalista a quemarme con su tea). Los medios son tan diferentes que no podemos tomar uno como referencia del otro. Ése es un error de partida. Uno no tiene simplemente relaciones preliminares, substitutivas o de menor rango con sus partenaires informáticos. Tales entes no son sólo representantes del "verdadero" ser humano, con su carne y sus humores: son otra cosa, y nosotros somos otra cosa aquí. Hay que plantearlo desde la riqueza que eso supone, y si no se sabe gobernar tal economía de afectos (lo cual ocurre a menudo, y en no pocas ocasiones "cursa" en adicción - el palabro es extremadamente inadecuado, pero va con guiño) es mejor dejarlo del todo.
Así que, me parece, tu poema está condenado desde el inicio, pues un engendro como la blogosfera tiene que adquirir algo de pátina para ser incluido sin sonrojo en un mundo poético que tiene en su propio carácter rancio uno de sus principales encantos. Y el uso demasiado ramplón de la dicotomía entre las relaciones a distancia y en proximidad lastra el desarrollo. Hubiera, desde mi punto de vista, sido mejor, ya que te atrevías a abandonar el oro viejo por los plásticos postmodernos, que entonases un canto al nuevo modo de relacionarnos con seres de luz sin cargar a estos recién nacidos con el peso de la "chair triste" mallarmeana. Ya puestos, uno puede iniciar la oda con "I sing the body electric" y quedarse tan ancho, porque Whitman encaja tan bien en estos contextos... ;-)
Por otro lado, mucho sintagma nominal. Es un vicio mío, me temo, también. Habla de un melancólico que en una mesa de café en la esquina contempla aburrido el devenir de seres que no le interesan y se limita a enunciar las cosas, sin ser capaz siquiera de la implicación a la que obliga el verbo, la subordinada o el pronombre. Es posible que mis vicios influyan negativamente en mis lectores (no digo que sea el caso), pero por eso mismo debo ser yo el que lo apunte. Las acuarelas de cuatro trazos que uno compone sin esfuerzo a base de tres estrofas sin predicado tienen su encanto, pero tienen muchas limitaciones. Hay poetas que salen indemnes de esas operaciones, pero, creo, no es mi caso, y puede que tampoco sea el tuyo, especialmente cuando el tema es tan poco acuarelable. La blogosfera se escribe mejor a ritmo de bakalao. El balbuceo le hubiera cuadrado mejor, y un par de imperativos. La segunda persona es lo que tiene: va como un guante a esta especie de interpelación directa entre seres descorporeizados. Dado que uno no dispone de miembros ni de órganos penetrables, el "tú" es lo más parecido a un acceso carnal, y hay que ser atrevido con él.
Dicho sea todo esto con el mejor de los ánimos, y un poco a vuelapluma, sin pensarlo demasiado. Algo que sirve en el fondo para reflexionar "online" sobre el quehacer de cada uno de nosotros en este parque de bits.
Beso,
V.
P.S. Yo me atrevo a decir todo lo que escribo, no es algo que me cueste, siempre he hablado mucho (demasiado) y he sido muy kamikaze en las expresiones verbales. Creo que el problema radica en que el interlocutor no quiere en realidad escuchar lo que lee. La presencia física del poeta le intimida, probablemente le desagrada su encarnadura (la mejor carne se queda a un par de palmos de la altura de una mediocre envoltura electrónica) y no está acostumbrado a escuchar cosas tan ardorosas e intensas. Ya se sabe que uno tiene que tener cuidado con lo que desea, porque se cumplirá: el primer indocumentado que nos diga a la cara las cosas que nos embelesan en letra impresa o en píxeles recibirá nuestro desdén o suscitará nuestro pánico. Garantizado: a mí me pasa a menudo.
Bueno, no sé si llegado el caso, (no me he visto en una de esas), si alguien me dijera ciertas cosas, tiernamente sencillas, o brutalmente excitantes, creo que la emoción sería incomparable a lo escrito. En ese sentido, el cuerpo a cuerpo es lo que cuenta, porque va acompañado de otras muchas cosas que la red no aporta,
lo otro es pura teoría.
besos Alicia,
ana
La red aporta cosas que el cuerpo a cuerpo no aporta, también. Cosas diferentes, ni mejores ni peores: otras. No pueden compararse, o jerarquizarse (y mucho menos supeditar las primeras a las segundas): en eso radica el error que frecuentemente lastra uno y otro tipo de relaciones. Es una cuestión de expectativas, de ansiedad por categorizar.
Nadie quiere oír en persona las cosas "sencillamente tiernas" o "brutalmente excitantes" que lee en los libros o en las pantallas: asustan demasiado. Todo el mundo es cobarde: salirse de las pautas marcadas produce zozobra. Esos rituales existen en ambos mundos, y transgredirlos normalmente trae malas consecuencias. Una vez rendida la adecuada pleitesía a las normas, el "elegido" hará bien en susurrarnos versos, propios, de Bécquer o de quien sea, porque ya habrá sido autorizado a tal atrevimiento, pero, así, de primeras dadas, en absoluto: demasiado agresivo, demasiado peligroso.
No quiere decir que uno no cayera rendido en los brazos de tal profanador: justamente de eso es de lo que se tiene miedo. Aunque es un terror sagrado, mezclado con fuertes dosis de excitación sexual, claro. En general, uno se tienta la ropa (nunca mejor dicho) antes de dejarse llevar a semejantes deliquios.
La pasión literaria tiene buena prensa a priori, pero la institución social del "amor" (cuyo subproducto es esa cosa llamada "pareja") se basa en el adecuado encarrilamiento de tales excesos, y en el despojamiento concienzudo de todo poder a la palabra o el gesto poéticos. Así que, ante la gozosa irrupción de la PoeSíA (con varias mayúsculas), en nuestra vida, por lo general, reaccionaríamos accionando, con mano temblorosa, el correspondiente "switch" modelo "on/off" que garantiza 1) la adecuada domesticación del individuo transgresor y el acceso a la administración de sus fascinantes recursos verbales y 2) la reeducación del mismo para que no tenga el atrevimiento de 2.1) prodigarse en excesos canoros cuando conviene dedicarse a tareas serias, como la organización de los detalles más nimios de la vida cotidiana y 2.2) que se le pase siquiera por las mientes dedicarle expresiones de tal potencial seductor a otro oyente ajeno a la institución coercitiva correspondiente (denominada "nidito", por lo general). Así, todo sistematizado adecuadamente (podemos utilizar incluso más subapartados), dada la complejidad de la tarea. En última instancia, la aplicación de algún agente paralizante a las cuerdas vocales del ruiseñor es indicada, para que así se nos pase de una buena vez el miedo de que se ponga a cantar a medianoche y nos turbe el sueño, que tan difícil ha sido de conciliar pensando en el dinero, la barriga, el que no tenemos nada que ponernos, el que nos hacemos viejos o el que la habitación necesita una mano de pintura. Asuntos que son los verdaderamente importantes, quién lo duda. Y, aunque parezca lo contrario, no ironizo en absoluto.
Saludos.
V.
Será como dices, Viktor.
De ahí que cuando busquemos música para las emociones no pensemos en la "institución pública del amor" yo hablaba de otra cosa, menos pública por cierto. Y es ahí donde concibo escuchar cierto tipo de cosas. Nadie dice que pasado un tiempo siga funcionando todo con sólo ese tipo de combustible, pero insisto yo hablo de otra cosa.
Claro que también se necesitan escuchar otro tipo de cosas, es así, para qué negarlo, pero hablamos de otra cosa, de nuevo.
Dices "nadie quiere oir ciertas cosas..."
Y tú por qué lo sabes? yo estaría encantada de oirlas, luego decides si te gusta o no. Las cosas precisamente que más me gustan son las que se salen de lo normal; los
clones para el tomate.
Pero puede compararse la lectura de un poema por muy escalofriante y paralizante que sea, a lo otro?
No, la adrenalina se dispara, cuando te lanzas del puente, no cuando te lo cuentan.
Un beso V.
ana
¿"Compararse"? Si justamente lo que digo es que no ha de compararse. Es en la comparación (una comparación universal, de todo con todo, con el fin último de producir la Gran Jerarquía Irrefutable, que para ser perfecta incluye también sus propias Transgresiones Autorizadas) donde radica el problema.
La adrenalina se dispara de muchos modos. Tirarse de un puente es un modo estúpido de derrochar adrenalina (salvo si se hace con las consecuencias correctas: morir en el intento; las cuerdas y los arneses son mecanismos de seguridad a los que todo el mundo es adicto, lo único que se permiten es ponérselos del mismo color que la camiseta, para que parezca que no están).
Si dices "pasado un tiempo" ya estás ubicando en sus correctas proporciones la supuesta emoción. Lo que la poesía (de verdad) propone es justamente lo que es imposible de incorporar en ese flujo temporal, convenientemente pautado.
Y no existe la "institución privada del amor": el amor es público, y lo es tanto más cuánto más íntimo parezca ser. De nuevo, la substracción a los modos sociales adquiridos es imposible, pues nuestras expectativas se elaboran en función de ellos, y nos condicionan de forma inevitable. La poesía podría hacer que lo evitásemos, pero por eso mismo no se la admite con su verdadero poder.
Saludos,
V.
Viktor, con el poema sólo quería señalar la diferencia de la comunicación virtual con la "real": por muy bonitas que sean las palabras -hasta las tuyas :-)- se quedan cortas; un tema probablemente manido, de acuerdo.
¿Por qué no se puede dedicar un poema a la blogosfera, si los hay de narices, dinero, exaltación de capitanes, y casi cualquier otro tema que se me ocurra? De acuerdo en lo de los sintagmas nominales... creo que me quedaré definitivamente con la prosa, en la que me siento mucho más cómoda (y en la que no pongo casi nada de mí misma).
Y no creo poder aportar mucho al otro tema de discusión "colateral", visto el tono mitinero del convencido del que haces gala ;-) ¿Me creerás si te digo que jamás me han quitado el sueño esos temas tan importantes que mencionas? Y espero que a ti tampoco, sinceramente. ¿No son posibles, en éste, otros mundos? O que como señala Ana, la respuesta in vivo no sea negativa?
Besos a ambos,
Alicia
Todo el mundo miente, es sabido, y correctamente expresado por el Dr. House. "Todo el mundo" nos incluye, claro, a ti y a mí.
Mi expresión verbal siempre es radikal (con "k"), pero puedo mostrar igual convencimiento por una opción y por la contraria, y no será en realidad impostado. De siempre, pero sobre todo de un tiempo a esta parte, soy extremadamente diestro en detectar inconsistencias, y de modo directamente proporcional, incapaz de creer en nada. Por ello, me limito a mostrar otras opciones, pero no suscribo ninguna.
Ahora bien, dicho esto, sí puedo alegar, con conocimiento de causa, que lo que digo respecto de la poesía puedo suscribirlo de un modo prácticamente total, y sería largo (y tedioso para la concurrencia) ponerse aquí a aportar informaciones concretas que justificarían tal aserto.
No se puede (en mi particular arte poética) dedicar un poema a la blogosfera como ente por el mismo motivo que no se le puede dedicar al microondas. No es por falta de mérito del tema, es por la necesidad (pendiente) de adecuar el lenguaje poético a instrumentos de ese estilo. Pátina, ya digo.
No todo lo que pasa por poesía lo considero como tal. El soneto a la nariz de Quevedo implicaba un tratamiento cruelmente sarcástico de un tema de mucho calado: el criptojudaísmo de la época. Las imágenes son brillantes y arriesgadas y el soneto en sí es una maravilla. Otros poemas a la nariz son posibles, pero el tema requiere de una atención especial: es fácil caer en la parodia, la vulgaridad o la irrelevancia.
Los capitanes victoriosos no han dado por lo general para grandes poemas. El dinero no es objeto poético, salvo en el caso de la sátira. La poesía (entendida a mi modo) habla de asuntos extremos, y presenta infinitas exigencias. Pero, de nuevo, sería un asunto complicado de abordar en estas circunstancias.
Besos,
V.
"Si mi pluma valiera lo que tu espada de capitán.../" (Machado, a Líster). Cierto, no es un gran poema.
Para mí, un objeto poético es todo aquello que me despierte una emoción; el microondas todavía no lo consigue, aunque me parezca un objeto muy práctico.
Entiendo tu postura respecto a la poesía, aun cuando no la comparta, ni estoy obligada ¿no? ;-)
Besos.
¿La blogosfera te despierta una emoción poética? Háztelo ver. ;-)
Si no compartes lo que digo estás en tu derecho, pero estás equivocada. :-)
Besos.
No, hombre, no es la blogosfera la que me despierta la emoción, sino la comunicación entre personas en la blogosfera.
¿Es grave, doctor?
Besos
Pues me temo que sí: paséate por ahí un poco y verás el tipo de comunicación humana que hay por los blogs. Bueno, para que insistir en un tema que (ése sí) es tan manido. Hasta otra emoción. Besos,
V.
P.S. Líster es un capitán derrotado, no victorioso. El poema no es gran cosa, pero la derrota es infinitamente más poética que la victoria. No porque lo sea en sí, sino porque milenios de exaltación ramplona, vulgar y muy pelota de la victoria han destrozado esa parte del lenguaje poético. No hay exaltación aceptable de la derrota, ni cabe tampoco admitir sones de plañidera, pero la melancolía es por definición buen combustible poético (ni mucho menos el único, por supuesto). Al menos en mi poética.
Tendría que comprobarlo, hablo de memoria, pero mi impresión es que Machado escribió ese poema cuando Líster salió victorioso (en la defensa inicial de Madrid, creo, pero estoy hablando de los fondos de mi memoria). No fue póstumo, en todo caso, y Líster murió poco después.
La melancolía siempre tuvo muy buena prensa, poética y literaria. Con lo mala que es para la vida, que se corre el riesgo de regodearse y adoptar esa pose forever and ever.
En blogs por los que me paseo he visto desde amenazas de muerte al autor hasta sesudísimas discusiones sobre los temas más variopintos, pasando por supuesto por el azúcar a chorros y las declaraciones de rendido amor. La blogosfera -y sus comunicaciones- es tan variada como las personas que la componen.
Besos
Líster no murió entonces, sobrevivió incluso hasta la vuelta de la democracia a España. Le recuerdo incluido en una de las múltiples listas de izquierdas del batiburrillo de partidos de las elecciones del 77.
No hubo capitanes victoriosos en el bando de los leales a la República. Hubo resistencias heroicas y la derrota inevitable desde el minuto inicial. No hubo conquistas. Por suerte, el peloteo correspondió al otro bando, y el piadoso olvido ha cubierto los poemas de quienes saludaban el triunfo de la España Eterna y de la Gloriosa Cruzada (cuando no lo ha hecho, ha sido para el escarnio, merecido). Líster es un militar, y, como tal, no goza de mis simpatías, pero no hay un solo poema de Machado que pueda calificarse de triunfalista. Y menos los de la guerra. Como ocurre con los de Vallejo y hasta con los de Hernández (de tan escaso valor casi todos, ay) de igual temática, la voz que se engola para cantar las virtudes del ejército popular tiembla y desfallece ante la cruda evidencia de los hechos. Pero, de nuevo, sería un tema largo de tratar, y no soy precisamente amante de la poesía militar, triunfalista o derrotista, para que encuentre placer en tal discusión.
La melancolía no es una opción (y menos una pose), es una condición. La vida no es "mala" o "buena" con ella, porque no existe el término de comparación. Uno es melancólico como es rubio o alto. En mi caso, creo, demasiada lucidez, demasiada inteligencia (otro castigo más). No puedo concebirme de otro modo, así que mi vida es tan buena o tan mala como la de cualquiera, no puedo cambiarme por él. Y en cuanto a la poesía, supongo que, de nuevo, no hay opción: uno encuentra lo que busca.
Niego que la blogosfera sea tan variada como la gente: hay un fortísimo sesgo, unas normas sociales propias que condicionan sobremanera las relaciones. Paradójicamente, no hay libertad apenas en el medio (aunque pueda haber cimarrones). La pobreza de las relaciones que se establecen es enorme, y difícilmente puede ser de otro modo. De nuevo, algo sobre lo que ya he hablado hasta la saciedad y no me apetece extenderme de nuevo.
Blogosfera como lugar poético... sólo para la sátira, de nuevo, me temo. Se puede hacer un poema al papel de un libro o al árbol del que viene, y hasta a la tinta en que están escritas las palabras. Se puede hacer una oda al DIN A4. Todo puede hacerse, y también un poema a ese contenedor llamado blogosfera, y a los serecillos que en él pululamos. Pero no es un tema, a mi parecer, de suficiente altura poética.
Besos.
V.
Siento el error, acabo de documentarme, ahora que tengo algo de tiempo y releerme el poema, de paso. Medio victorioso sólo.
Hablo de la melancolía no como rasgo, sino estado (o cuadro clínico, si quieres). Y es ciertamente mala para la vida. Y la pose melancólica, ni te cuento (para la vida de los demás). Tú precisamente, que tanto ensalzas las virtudes de la alegría (con razón) ;-)
Ya hemos dejado muy claro que tu altura no es precisamente la mía (poética), no estoy hablando de "méritos" sino de temas susceptibles de. Y no olvides que mi intención es muchas veces puramente humorística.
Besos.
PS. Si las relaciones cibernéticas son pobres, ¿qué es una relación rica? ¿La que yo tengo con el encantador portero de mi casa? ;-)
Las relaciones cibernéticas son pobres de facto, es un dato experimental, no una característica necesaria. Ha ocurrido, ocurre así. Ahora es difícil cambiarlo, hay un uso social muy extendido. Desconozco la relación que tienes con el portero de tu casa, así que no puedo juzgarla, y menos respecto de las que tienes en la red. :-)
Y, en efecto, ensalzo las virtudes de la alegría justamente porque soy un melancólico (vaya, ciclotímico) consciente de mi condición. La alegría ha de conquistarse.
Besos
¿Lenguaje belicista para hablar de la alegría? ;-)
Todos los datos experimentales tienen su media, su desviación estándar, y esas cosas terribles. Las relaciones en la Red pueden ser mayoritariamente pobres y así consagradas por el uso (cada vez conozco más gente que no tiene ningún contacto con la Red más allá de búsqueda de información o comprar billetes), pero siempre quedarán los extremos. ¿Por qué no van a ser "ricas" las relaciones de, pongamos, la media más tres desviaciones estándar?
Y para "testear" tu capacidad analítica, contéstame a la pregunta (si quieres, claro) ¿qué define a una relación como "rica"?
Beso
Nos pongamos como nos pongamos, para hacer un análisis mínimamente inteligible y proponer descripciones lo más ajustadas posible a los hechos, hemos de trabajar en la zona central de la campana. Tres sigmas nos llevan muy lejos. No negaré que todo es posible, pero no me suelo darle mucha cancha (salvo para el puro divertimento) a la Patafísica, que es la ciencia de las excepciones. Asumiendo que en la blogosfera puede haber hasta unicornios amarillos, el tono dominante es un gris que no podríamos llamar ni siquiera perla.
La riqueza, creo (pero tendría que reflexionar con más calma y estoy cansado), tiene que ver con la imprevisibilidad. Todo es extremadamente previsible: los éxtasis y el desgaste, los gestos de cariño y los de fastidio. La gente se siente bien cuando observa y ofrece comportamientos previsibles (los supuestamente transgresores son previsibles e inanes también en la mayor parte de los casos). El mundo es básicamente aburrido y más aún lo es la blogosfera, que suele tomarse como una especie de playground para que adultos poco atrevidos puedan ejecutar sus monótonas travesuras. Lo imprevisible es lo único que nos salva, me parece.
Besos.
V.
El melancólico (estado, no rasgo) tiñe su mundo de negro; jamás te contará un recuerdo alegre. Por el contrario, el que está eufórico proyecta un arco iris perpetuo, hasta las noticias tristes le hacen reir. Así que no me queda más remedio que deducir que estás muy aburrido ;-)
La imprevisibilidad, como algo deseable, dependerá en mi opinión del adjetivo que la acompañe. Pero aquí estoy sesgada, porque justamente ayer tuve noticia de un hecho totalmente imprevisible, que me ha dejado muy mal cuerpo, y rumiaciones torturantes sobre principios causales, desarrollos y posibles consecuencias finales.
Besos,
Alicia
Justamente lo malo es siempre previsible, otra cosa es que nos neguemos a verlo. Los sufrimientos están garantizados. Los placeres, en cambio, son contingentes.
Soy melancólico a tiempo parcial. He luchado toda mi vida porque mis bajones no fueran demasiado profundos. Lo he conseguido. Mis subidones son, consecuentemente, menos pronunciados: la ciclotimia tiende a estabilizarse. Suelo estar bastante alegre y los colores no están ausentes de mi visión de la vida. Sin embargo, la racionalidad me lleva a la melancolía. Es algo sabido, no insistiré más. Si te fijas, este intercambio ahuyenta a tus otros contribuyentes. Me pasa mucho eso. ;-)
Besos.
V.
Yo sigo el principio de absoluta libertad para comentar, no comentar, y qué comentar (dentro del "código de buena praxis"); me parece deseable que mis posibles contribuyentes hagan lo mismo, aunque las no-discusiones a más bandas puedan ser más "ricas".
Y como sigas con ese discurso tan melancólicamente racional, voy a acabar contagiándome de tu lúgubre visión del mundo y perder mi intrínseca ingenuidad optimista ;-)
Mejor lo dejo para mañana, así me pondré a tono con el Viernes Santo, que hoy toca el Día del Amor Fraterno.
Pues eso, fraternales besos,
Alicia
"Las relaciones cibernéticas son pobres de facto, es un dato experimental, no una característica necesaria" (Viktor).
Supongo que en esto, como en todo, las opiniones se basan en la experiencia personal y en las ajenas que hemos observado o leído. Premisa que no creo pueda recibir argumentos en contra, ya que aún existen pocos estudios objetivos y estadísticos sobre el tema y los que hay no llegan precisamente a esa conclusión maximalista.
De esto se deduce que cada uno ve la feria según le va en ella. Quizás por eso discrepo, tanto por experiencia propia como por otras próximas. Que Internet ofrece posibilidades diferentes a las de la vida ‘tangible’, desde luego, pero que se suman a las ya existentes, en ningún caso se restan. En Internet puedes encontrar la misma profundidad, variedad, frivolidad o ligereza que en la calle. Porque la red no la forman entes recién llegados de los anillos de Saturno (si existieran), sino personas, las mismas que beben café en el bar, se desgañitan en el Camp Nou los domingos, se casan, tienen hijos, trabajan, roban, asesinan y difaman.
Tus relaciones en el ciberespacio serán, como en el resto de tu vida, cómo desees y las circunstancias y los otros te permitan. Habrá pobreza si tú quieres. Pero si deseas riqueza, está ahí. Sólo que para encontrar oro, primero hay que ofrecerlo.
Yo diría que no, Velda. La cuestión principal es que no es la totalidad de las personas la que está representada en la red, sino sólo una parte de ella. Esa parte está sesgada. En general, predominan los adictos y los insatisfechos. Por supuesto que, como he dicho, uno puede encontrar en la red hasta plesiosaurios con lunares rosas, pero hablo en promedio. No hay más que pasearse por los blogs para ver como cunde el elogio empalagoso (y con contrapartida), la vulgaridad (pseudo)literaria y la (no abiertamente declarada) ansiedad por hacer "amigos" (ya nos entendemos) y curar en este "universo" las heridas incurables del otro. Hablo de la blogosfera. Las redes sociales suelen ser incluso peores.
Pero, claro, es una opinión personal, se basa en estudios superficiales y no científicos (básicamente, mi propia impresión, probablemente igual de sesgada), y no pretende sentar cátedra (lo de sentar cátedra no lo hago en mis ratos libres).
Así que todo se resume, en mi opinión, en la existencia o no de un sesgo. Básicamente (y para formularlo de un modo casi vergonzosamente simple), el que tiene algo mejor que hacer, algo realmente interesante, no está aquí, como tú, como yo y como Alicia, perdiendo el tiempo.
Para terminar, no entiendo mucho tu frase final, si es que, como me parece, hay una especie de reconvención. Como bloguero muy veterano, he "regalado" generosamente cientos de posts de, creo, buena calidad literaria. La red, si algo bueno tiene, será lo que se base en la generosidad desinteresada. He dado mucho oro y he recibido poco. Pero, justamente, eso me parece lo correcto: de todas las cosas objetables del medio, la infantil economía de intercambio de elogios y oropeles es, sin duda, lo más desolador.
En todo caso, gracias por tu comentario, precedido por una cita mía tan engoladamente entrecomillada. Hubiera bastado la segunda persona.
Saludos.
Te garantizo, Velda, que Viktor no escatima para nada el oro (no para elogios insinceros, ciertamente). Y creo que ambos estáis de acuerdo en algo fundamental: que las relaciones de Internet son distintas y no necesariamente peores ni mejores que las de la vida real. Algo con lo que hay que contar.
Besos,
Alicia
Son distintas, y son peores, por lo general. Lo siento, es mi opinión. No impide que siga por aquí, le eche ganas y tiempo y procure repartir oro, incienso y mirra en la medida de mis posibilidades. Sería largo de contar para qué. Creo que simplemente tengo un temperamento adictivo (va en la familia) y he conseguido librarme del resto de los vicios. Éste me ha pillado, aunque lo controlo bastante bien por lo general. A la mayor parte de la gente (bueno, digamos que a algunos, al no poder cuantificar) le pasa algo parecido.
Es obvio que la totalidad de la sociedad mundial no tiene acceso a la red, aunque cada vez mayores sectores de ella sí está presente, y las limitaciones del idioma, por ejemplo, reducen aún más el acceso a la diversidad de contenidos y personas. Pero no puedo estar de acuerdo con que en la red habiten (habitemos) mayoritariamente adictos e insatisefchos. Y no es un intento de descargarme de ambos calificativos, porque soy una eterna insatisfecha y tengo una personalidad claramente adictiva.
Internet es un medio más, que ofrece comunicación e información, ocio y labor, y, sobre todo, una vía directa de disfusión de cualquier genialidad o estupidez que a uno se le ocurra, sin censura previa (Así se ven las cosas que se ven). Pero eso es magnífico. ¿O es que las estupideces de ZP o Rajoy, Javier Marías o Reverte, Losantos o Gabilondo valen más por venir de alguien que utiliza un medio convencional?
Sobre lo de tener algo mejor que hacer, eso sí que es subjetivo. ¿Es mejor ver 'Salsa Rosa'? ¿Ir al fútbol? ¿Leer un libro? Para cada uno de nosotros habrá un mejor diferente que para los otros, pero como dije antes sobre sumar, yo trato de no restar nunca. Por dedicar un tiempo al día, a la semana, o cuando sea, a Internet no tengo por qué dejar de leer, salir, hacer el amor o cenar un centollo a la sidra. Cada cosa tiene su momento y en todas ellos puedes encontrar placer. (Bueno, en 'Salsa Rosa' lo veo difícil, pero seguro que hasta con eso hay quien se divierte).
Y por supuesto, no había ninguna reconvención en mi frase final. Era un simple comentario. Desde luego que en la blogosfera hay mucho de rito social y de hipocresía, pero la misma que cuando te topas por la calle con un conocido que hace años que no ves no le sueltas de golpe: ¡Joer, Pepe, te has quedado calvo y estás gordo como un barril de cerveza!
Eso es lo que yo veo,que a la red nos llevamos a nosotros mismos, con nuestras manías, nuetro buen o mal gusto, nuestra frivolidad o nuestra trascendencia. No la hace nadie más que nosotros. No frikis, ni tarados, ni psicópatas ni desestructurados. Nosotros, esos que andamos por la calle.
Blogger tocándome las narices, los comentarios suprimidos se deben sólo a que primero no se publicaban y luego aparecieron por triplicado.
Velda, una cosa es el acceso a Internet y otra cosa es lo que se haga con ese acceso. La no totalidad a la que yo me refería no estaba relacionada con la imposibilidad tecnológica, sino con el hecho trivial de que no todo el mundo que potencialmente puede acceder a la blogosfera lo hace, y no todo el mundo que accede lo hace con una intensidad tan alta como la nuestra (los hay peores, hay gente que visita religiosamente decenas de blogs cada día para dejar en ellos sus rituales comentarios elogiosos y recibir él el óbolo correspondiente de los blogueros afectados). La elección personal por un medio u otro de comunicación, por una actividad u otra, es significativa. No todo el mundo que entra en la red se hace adicto, pero existen los adictos, existen los cuasi-adictos y existen los que, sin poder englobarlos en esas categorías, encuentran en la red unas pautas de comportamiento que les son propicias para contrarrestar (de un modo espurio, en mi opinión) las carencias de su vida "real". Toda esa fauna existe (existimos) y constituye (constituimos) el paisaje predominante. Los usos sociales no son los mismos: en ningún caso puede concebirse que un señor se pasee cada mañana por todos los puestos de su oficina o por todas las mesas de la cafetería entregando un papelito con su última secreción literaria para recibir sonrisas profidén y gritos de placer inusitados y también para que esas momentáneas bacantes le entreguen su propio papelito, que él recibe con espasmos de placer incontrolable. Uno puede no llamar gordo al que lo está, pero ¡llamarlo flaco! Es un escarnio, aparte de algo absurdo. Bueno, pues eso pasa en la red. Y no de vez en cuando, cada año que uno se encuentre por casualidad a alguien a quien había perdido. No, no, cada día. Miles, millones de veces. Si ése no es un comportamiento anómalo...
Así que Internet no es un medio más, es un medio muy particular. Por su vocación totalizadora, por su capacidad de absorción, por estar edificado sobre la fantasmagoría, por ser propicio a los delirios de grandeza, por servir tan bien para parchear lesiones que sólo se agravan por falta de tratamiento.
Y además porque es extremadamente previsible, porque, a diferencia de lo que la (interesada) propaganda de los adictos dice (sé lo que digo, soy un adicto), lo que ocurre en Internet está extremadamente pautado, ritualizado y por ello ofrece (falsa) seguridad. La vida no-virtual, al ser más variada, e imprevisible, mucho menos pautada, mucho menos comprobable (piénsese en el cuerpo, sin ir más lejos, en las entonaciones, en la inexistencia del "undo", en la imposibilidad de repasar lo dicho antes de enviarlo), ofrece más riqueza y cualquier actividad que se realice en ella e implique una cierta dosis de riesgo permite, al menos a priori, muchas más posibilidades que la red.
Así que, sí, aquí hay de todo, plesiosaurios con lunares rosas, unicornios amarillos, gente excelente, sabios excelsos, escritores punteros, y mucho, mucho, pero mucho freakie.
Saludos.
P.S. No entiendo la lista de nombres que has incluido, no pueden parecerme menos atractivos como referencia. Por no hablar de la corrección política de intentar equilibrar tendencias políticas para garantizar equidistancias. No creo que ninguno de los citados diga cosas demasiado interesantes. Y hay algunos que dicen, sencillamente, gilipolleces. Sin perdón.
P.S.2 El fútbol es algo maravilloso, por supuesto. "Salsa rosa" no existe hace años ya. :-)
Por hacer de moderadora, ¿podríamos delimitar el debate? Una cosa es la Red, con toda su inmensa riqueza, idiomas, informaciones, etc, etc. Y otra es el uso de la Red para fines específicos, de los que nos ocupan, me quedo con dos: el intercambio de "literatura" y la búsqueda/establecimiento de relaciones (y su inevitable comparativa con las del mundo no virtual). Incluye a la blogosfera, pero es más amplio que ésta.
Besos,
Alicia
El mero concepto de "intercambio de literatura" ya es perverso. La literatura no se intercambia. El ritual al que he hecho referencia anteriormente parte de la absurda premisa según la cual si a ti te interesa lo que yo escribo a mí me interesa lo que tú escribes. Nada más lejos de la realidad, por supuesto. El autor literario emite sus poemas y ninguna fuerza en el mundo le tiene porque llevar a aceptar los poemas de los demás. Es como esos pesados que iban al genio literario de turno con sus originales, para que les aconsejase. Un horror, vamos.
Así que no hay intercambio literario que valga. Sea en el formato que sea, la red es una cuestión de establecimiento de relaciones. La excusa puede ser cualquiera. De las peores es la de que todos formamos una comunidad de recién devenidos cervantes compartiendo sus dietarios. Al menos en el Meetic la gente no se anda por las ramas: dice que quiere follar y santas pascuas.
Lo cual no obsta, por supuesto para que, haciendo abstracción de las relaciones que inevitablemente (en mi caso, considero que para mal, pero uno de los rasgos de mi adicción es un inveterado cotilleo) se establezcan, las posibilidades de publicación electrónica sean, como ya he dicho, muy atractivas. Pero nadie parece conformarse con ello. Tú, Alicia, eres testigo directo de cómo, por más que yo declarase por activa y por pasiva que sólo quería publicar mis textos, que el que quisiera los leyera, que no quería relacionarme con nadie, la gente se entrometía, se saltaba las recomendaciones o me ponía a parir. Normal, estaba saltándome el ritual, ponía en peligro la propia estructura social de la blogosfera, lo que les había atraído en un comienzo. La herejía es lo que tiene: los ortodoxos te atizan con la tea.
Hay mucha gente sola y mucha gente aburrida. Aquí se creen (nos creemos) que están (estamos) menos solos y menos aburridos. Craso error.
Besos.
P.S. Lo de la red como experimento científico no cabe olvidarlo. Mi principal motivación es y seguirá siendo ésa: el estudio del comportamiento humano. Y sigo obteniendo datos muy valiosos. Es difícil no verse involucrado en el experimento, y, haciéndolo, soy mal científico, pero también alcanzo algo del heroísmo de aquellos arrojados experimentalistas decimonónicos que no dudaban en echarse al coleto la pócima para, digamos, convertirse en Mr Hyde. ¿De qué me suena esto de Mr Hyde, a todo esto? :-)
"Por qué", separado, por supuesto (en "le tiene por qué llevar..."). Curioso acto fallido recurrente. :-)
"Intercambio de literatura" sólo pretendía ser un término descriptivo, con el entrecomillado en literatura, que mis perversiones van por otro lado. Y si he sido testigo de lo que dices, pero siempre me quedó la misma duda: ¿por qué no escogiste nunca la opción de no permitir comentarios? (hablo de tu casa, en la de otros estoy completamente de acuerdo contigo)
Seguro que sigo tan sola, pero mucho menos aburrida (que hace un frío hoy terrible para pasear) ;-)
Los arrojados científicos que probaron en sus carnes sus pócimas no siempre acabaron bien, así que cuidado. Y criticaré tus conclusiones por haber sido tú mismo parte del experimento.
Y a tu Mr. Hyde le he sacado cuatro puntas distintas, en mi estilo.
Besos
Anda, no releas tus posts y actos fallidos (hasta yo, que soy una pejiguera, me olvido de las reglas del porque, por qué y demás), y de paso fíjate en lo que dice Velda de la lista de nombres que mencionas en un PS. Directamente, estupideces...
Hay ciertos experimentos que sólo pueden hacerse con uno mismo. Válidos o no, los resultados obtenidos son los únicos posibles en su género.
Sería largo de contar lo de los comentarios. Simplificando mucho: mi primer blog como Viktor (ha habido otros anteriores, privados o no tanto, pero eso nos llevaría muy lejos) no nació como un blog literario, sino de un modo completamente casual y contingente y los comentarios eran obligatorios, puesto que de lo que se trataba era de aglutinar voluntades. Sólo paulatinamente se produjo la deriva literaria, fue un proceso suave. Los comentaristas estaban ya allí, y me aportaban un feedback interesante cuando no se limitaban a decirme lo bien que escribía. Era parte del experimento, una parte crucial. Bastaba simplemente con mantener unas normas básicas de comportamiento (que yo, claro, fijaba, como dueño de la casa que era y que los invitados debían respetar por puro decoro social). Posteriormente he tenido blogs sin comentarios "de facto", ya que el público estaba muy limitado y no se propiciaban. No hay problema en realidad con los comentarios, el problema es para qué se usen, qué desencadenen. El problema siempre está en las personas detrás de los comentarios.
Es complejo, no obstante, y no tengo tiempo de entrar en más detalles, ni creo que mi caso particular deba discutirse mucho más.
Besos.
Bueno, me voy al mundo real. Luego más. Besos.
Es cierto que no todos los que navegan por Internet dejan una impronta más que como usuarios de determinadas herramientas/aplicaciones, léase redes sociales, chats, webs de sexo, medios de comunicación, programas de intercambio de archivos, etc, pero ellos también marcan su huella y establecen relaciones en la red. Y quizás yo he ampliado más el espectro y no me he limitado a la blogosfera, porque en su comentario sobre las relaciones, que fue el que me llevó a comentar, Viktor se refería a Internet y entendí, tal vez equivocadamente, que su razonamiento había comenzado en los blogs y terminado en la red al completo.
No creo que nadie pasee sus escritos o divagaciones por las mesas de los compañeros de trabajo, pero porque cada medio genera sus usos y sus costumbres. A mí no se me ocurre entrar en un bar, dirigirme directamente al macizo que está acodado en la barra, del que no conozco ni su nombre, y soltarle: estoy cachonda, nos hacemos una paja?, cosa que te suelta el primero que pasa y sin saludar en cualquier chat de la red, no necesariamente de sexo, donde al menos tendría cierta justificación. Sólo cierta.
Y vaya, que yo no niego que haya frikis, adictos, aburridos y lo que sea que se os ocurra, lo que digo es que hay de todo. Y quizás esa mayoría abundan, porque el caldo de cultivo es propicio para ello, por determinadas latitudes, pero no por otras. Hasta en la blogosfera hay rutas de navegación. Y no digamos en la totalidad de la red.
En cuanto al riesgo, tanto la vida no virtual como la virtual pueden ser tan arriesgadas o previsibles como uno quiera y decida que lo sean. Lo mismo que la hipocresía. ¿De verdad nunca le habéis dicho a nadie ‘fulanita, pero qué guapa te veo, estás igual que siempre’, cuando sabes positivamente que no es cierto? Pero es lo que espera de ti y no te cuesta nada dárselo.
Y aunque sí que he elegido nombres ‘equidistantes’, más bien es porque ningún espectro político, periodístico y literario (y en los demás que no he enumerado) tiene el monopolio de la estupidez. No le deis más vuelta de tuerca que ésa, dije los primeros nombres que se me ocurrieron, quizás porque son los que el ‘sistema’ da por buenos, aunque los demás tengamos nuestra propia opinión.
Alicia, el establecimiento de relaciones en Internet va más allá de los blogs, claro: foros, chats, redes sociales, listas de fans …, y todas pueden ser tan enriquecedoras o empobrecedoras como uno desee. Sobre el intercambio de literatura, ainsssss, habría que ver la elasticidad de ese término y quién es el guapo que define la calidad literaria. Quizás por eso lo has escrito entrecomillado. ;-)
Una aclaración, en mi último comentario hasta éste, lo que pretendía hacerle ver a Viktor era que él había malinterpetado a Velda, en ese PS, no que Velda escribiera estupideces (por si acaso no quedaba claro), a veces me paso con la economía de palabras...
Besos
No, Velda, nunca le he dicho a nadie que estuviera guapa si no lo pensaba realmente. Puedes creerme.
Y al final me vienes a dar la razón: claro que hay de todo, pero predomina lo anómalo, porque es un caldo de cultivo propicio. ¿A ti no te parece anómalo que alguien que no te conoce te diga a las primeras de cambio "nos hacemos una paja"? Pues eso es justamente lo que yo decía, los que se quedan por aquí, los que se hacen adictos lo hacen porque reciben una serie de cosas propias del medio. Los usos sociales, lo que yo decía.
Lo siento, me tengo que ir de veras. Saludos.
Lo de los nombres no tiene mayor importancia. Es sólo que no acepto (al menos de buen grado) que en una conversación que yo esté manteniendo sobre un tema más o menos interesante aparezca, sin venir a cuento, el nombre de Losantos, aunque sólo sea para decir que dice gilipolleces. Manías de uno.
Ciao!
Ay, Velda, si en esto ya paso demasiado tiempo, a las demás formas de establecer relaciones en la Red no quiero ni olerlas, por si acaso. Y menos con los ejemplos que pones, como para meter las narices por ahí.
De la calidad literaria ya hablan los muy expertos y no se acaban de poner de acuerdo (y yo reclamo mi derecho a no hacerlos ni caso y leer a mi criterio). Siempre entendí la lectura como algo eminentemente lúdico, y nunca me tembló la mano para cerrar un libro que se me atragantara, superventas, superbueno o super lo que fuera, aunque mi educación literaria haya quedado llena de lagunas (otros dirían que mares).
Pero no deja de ser cierto que "literatura" y "blogs" no acaban de llevarse, por lo menos en su mayor parte ¿no te parece?
Besos
Paciencia, Alicia, recuerda que para encontrar al príncipe antes hay que besar a muchas ranas. Yo he encontrado blogs con contenidos (en mi opinión) maravillosos, de esos que te llenan de envidia y te hacen desear haberlos escrito tú y otros donde la vergüenza ajena te sonroja. Vamos, hasta me sonrojo con algunas cosas de las que yo escribo, no te digo más. Pero al menos no me tengo por Quevedo, asumo mis limitaciones, pero como asumo mi libertad para 'entafarrar' mi blog con lo que me dé la gana, y al que no le guste que no mire.
Como los libros, ya pueden decir las editoriales, la lista de los más vendidos o los (casi) siempre amañados certámenes literarios lo que quieran, lo que no me gusta, no me gusta y no lo leo. Y que les vayan dando.
Y tranquila, lo de las estupideces quedó claro que no iba por mí... o es que tengo demasiado ego y ni me lo planteé. :-))
Pues estamos de acuerdo en casi todo de la literatura, excepto que (sospecho) que por muchas ranas que bese jamás ninguna se convertirá en príncipe ;-) Y quién quiere un príncipe?, por otra parte. Con lo pesadito que debe ser andar todo el santo día subida a unos tacones y saludar con la manita...
Besos
Jajajaja, tú te has imaginado un príncipe metrosexual, así tirando a muy metro, vamos. Pero imagina más bien un príncipe de las tinieblas... (nada da vampiros ¿eh?, que se me atragantan hasta en los libros) oscuro, perverso y concupiscente. ;-)
Los vampiros a mí me dan miedo hasta en los libros (los buenos; de la saga de la Rice, no comment). Y esos príncipes de los que hablas ¿tú crees que quedará alguno por mi barrio? ;-)
Pues no sé, pero mira, ahora me voy de cena, si encuentro uno por ahi, ¿te lo guardo? :-)
Bsos y buenas noches.
No sabía que unas ventas abundantes o un premio literario fueran garantía de calidad literaria. Yo lo suelo utilizar más bien como un criterio "a contrario" infalible. De hecho, no leer ficción de autores vivos es la táctica más segura. Demasiado ruido, conviene que el tiempo ponga a cada uno en su lugar. En realidad, con los clásicos ya tiene uno para vida y media como poco, así que, dado que el tiempo de nuestra existencia es, ay, tan corto, para qué entregárselo a indocumentados de éxito.
Los vampiros (sé lo que me digo: soy uno de ellos, Alicia puede dar fe de eso) somos poco recomendables. Véase lo dicho por mí mismo (siento la autocita, pero ya que me he extendido sobre el tema, ¿para qué repetirme?) dos posts más arriba. Si uno queda fascinado por el mal obtiene lo que busca: dolor.
Alicia tuvo suerte: no tuvo que besar ninguna rana, acertó con el príncipe a la primera. Lo malo es que luego ya es difícil disfrutar de los blogs normalitos. :-)
Abaratar los elogios produce inflación, como ocurre con la moneda, y crea adicción por parte del recurrentemente elogiado. Si uno se ejercita en la mentira sistemática sufre, además, de cierta frustración, pues las cosas bonitas ha de decirlas obligado, lo cual implica que las críticas se hacen infinitamente más acerbas cuando, en privado, se expresa la verdadera opinión sobre la persona a la que falsamente se ha halagado (el despelleje, vamos). Es preciso respetar al elogio y emitirlo por tanto sólo cuando se sienta de verdad y se considere merecido. Si yo le digo a alguien que está guapo, puede tener por seguro que me ha impresionado. Y si le digo a alguien que escribe bien (bueno, no ha pasado nunca, la verdad, todos están ya muertos), es que escribe muy bien.
Y todo lo que digo, por supuesto, ya se sabe: cum grano salis.
Besos.
¡Menos mal que no naciste en la época precisa para ser contemporáneo de Shakespeare! ;-)
Besos
Quieres decir 'en la época precisa para que Shakespeare fuera contemporáneo mío', ¿no? Sí, ahí anduvo afortunado el bueno de Will.
¿Dando lecciones de narcisismo, en tus ratos libres?
En mi caso el narcisismo es obligatorio. ;-)
Di más bien "elegido" ;-)
No, qué va, ya quisiera yo poder evitarlo. Lo que ocurre es que la evidencia de mi superioridad es tan clara que no me queda más remedio que ser así. :-)
Besos, me voy.
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