domingo, 26 de abril de 2009

Ángulos

Como cada noche, abrió la cama formando con las sábanas un ángulo de 45º; la práctica hacía ya prescindible el goniómetro. Las zapatillas reposaban en el suelo, sin pisar ninguna línea, perfectamente alineadas. Después de calcular el seno y el coseno del ángulo que dibujaba la manga de la americana con el eje del galán, durmió tranquilo como un bebé.

Como cada día, se acicaló y se dirigió a su trabajo en la gran biblioteca, donde era muy apreciado, excepto cuando lo destinaron a la sección infantil. A punto estuvo de costarle un ingreso psiquiátrico. Desde hacía unos años trabajaba para completa satisfacción de todos en la zona de ciencias.

Era un día como cualquier otro hasta que apareció ella, rectilínea de perfecto rostro anguloso. La que siempre supo que vendría, ésa que otros llaman media naranja y él calificaba de ángulo complementario. Le pidió un tratado de trigonometría y su lengua se desató hasta invitarla a un café a la salida. Una primera cita muy larga, en la que ambos mintieron. Luego, incapaz de calcular la tangente de su enamoramiento, acabó ingresado.

5 comentarios:

Tordon dijo...

¡Pobre hombre!.
¡Mira que tenía papeletas para alcanzar la locura!.
Pero hasta que no apareció aquella "rectilínea angulosa", su vida cuadraba a la perfección.

Y es que siempre existe una incógnita imposible de despejar.

Salu2

Alicia dijo...

En efecto, metáfora medio en broma medio en serio de lo malo que es enamorarse ;-)

Besos

Velda Rae dijo...

¿Hay instrumentos de medición para la vida? ¿Se pude calcular la solubilidad del amor? Me gustaría saber cuál es la tangente de mi enamoramiento o, al menos, su límite cuando la relación tiende a cero.

Theo dijo...

Ya advirtió Hermann Hesse que organizar la vida sólo desde la razón deja a la vida lista para la muerte.

¡Besos!

Alicia dijo...

Ni idea, Velda, yo sólo escribo historietas, pero diría que no tiene buena pinta...

Eso, Theo, un poquito de cada.

Besos a ambos.