lunes, 30 de marzo de 2009

Una traducción no pedida

Usk. TS Elliot

No quiebres de repente la rama, ni
esperes encontrar
el ciervo blanco en la fuente blanca.
Mira sin detenerte, no escudriñes, no recites
viejos conjuros. Déjalos dormir.
“Ahonda suavemente, pero no tan hondo”,
levanta los ojos
donde se hunden los caminos y donde emergen los caminos
busca sólo ahí,
donde la luz gris saluda al aire verde,
la capilla del ermitaño, la oración del peregrino.

Y ahora la V.O., para mejor apreciar las diferencias (a favor de la V.O. of course):

Do not suddenly break the branch, or
Hope to find
The white hart over the white well.
Glance aside, not for lance, do not spell
Old enchantments. Let them sleep.
'Gently dip, but not too deep',
Lift your eyes
Where the roads dip and where the roads rise
Seek only there
Where the grey light meets the green air
The Hermit's chapel, the pilgrim's prayer.

domingo, 29 de marzo de 2009

Imaginando vs. alucinando

Me recorres
con la sabiduría de los amantes antiguos
que inventan una primera vez.
Despiertas en mí el gusto por las travesuras
de la niña que nunca había sido.
Y me faltan dedos para acariciar mucosas.

Revolotea la saliva en su danza imposible
piernas que se entrelazan un instante
cuellos en escorzo
tu aliento se acelera, mis latidos
reniegan de viejas fórmulas
no me reconozco en ese dejarme ir

viernes, 27 de marzo de 2009

Dos inclasificables


Sexo seguro


- No es cierto eso de que la gente no cambia con la edad. En mi juventud, yo sólo disfrutaba del sexo pagado, y mírame ahora -dijo el catedrático mientras acariciaba las curvas perfectas de su próxima becaria.

Competencia desleal
Los neones del Blue Star hacían guiños en el parabrisas. Salió del coche, alisándose la falda: “Aquí encontraré lo que busco”.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Precocidad
Colocó a la primera en una silla, cerca de la mesa. Le faltaba el brazo izquierdo, y rebuscó en el arcón hasta encontrarlo. La vistió con un traje largo, sombrero y guantes. El brazo describía un movimiento muy poco natural, lo ajustó deprisa. El segundo la dio más trabajo, días antes había separado la cabeza del cuerpo; demasiado tarde para arrepentirse. El pañuelito rojo alrededor del cuello disimulaba bastante bien el corte, y lo colocó con cuidado haciendo compañía a la primera. Otra más salió del arcón, todos los miembros en su sitio pero la pie derecho rimaba con la espalda, tuvo que aplicarse en la torsión de la rodilla. Por fin. Sacó la tetera y las tazas de porcelana, una para cada uno. “Ahora disfrutad del té y la compañía, que yo necesito hacer otra cosa”. Y volvió a su Crimen y Castigo. Levantó la vista a tiempo para ver a su madre desaprobando la escena: el segundo había perdido otra vez la cabeza. “No te preocupes, mamá. Sólo son muñecas”.