Todo empezó con la dedicatoria de un libro “A R.F.R., que me regaló la poesía”. Ella quiso saber si debía darse por aludida; al fin y al cabo, un libro de poemas para el octavo cumpleaños de un niño no suponía tanto mérito. Asistió a la presentación. Sí.
El reencuentro acabó en besos y versos en el hotel contratado. Luego vinieron las citas a escondidas, la pasión sin freno, la mudanza. Las sábanas compartidas, el cómo te gusta el café, la impostura de lo cotidiano. Siguieron juntos pese a rumores y envidias, rechazos cercanos y opiniones interesadas. Pero no pudieron vencer al imposible acompasar de sus cuerpos, a la incierta certidumbre de su futuro, a los celos de él por la ausencia de celos en ella. Se ahorraron los reproches.
Cuando ya todo hubo acabado, él escribió un poema y ella se embarcó en un taller literario.
6 comentarios:
Los finales tristes no me gustan: Son muy parecidos a la realidad.
Aunque usted los describa muy bien.
Bss
Entonces, ¿debo deducir que lo que no le gusta es la realidad?
Besos
Alicia
En efecto, estimada Alicia, aunque con matices: Acepto la realidad, pero creo que un hombre sin fantasías se convierte en mendigo de la existencia.
Como recordaba Nietzsche, nada nos pertenece en propiedad más que nuestros sueños.
Y la clave consiste en darse cuenta de cuando se sueña y cuando no, y aceptar con alegría ambas situaciones en su contexto.
Yo, en el blog, soy consciente de que sueño.
Espero que los demás no ronquen.
Bss
¿Sueño o fantaseo?
Besos
Eso de apuntarse a un taller literario ha sonado como quien comienza un curso de macramé, para ligar con algún friki. xDDDD
Pero Velda, ¿todavía queda alguien que haga macramé? Si todos los frikis se han mudado a Internet ;-)
Besos
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