lunes, 1 de junio de 2009

Incredulidad

Él se definía como un hombre recto, con toda la carga del vocablo. Trabajador incansable, proveedor de servicios a mujer e hijo, chalet y asistenta. Escribía novelas vagamente eróticas con pseudónimo, que jamás publicaría, y a las que llamaba secretamente su único vicio. Era tan previsible como el sol. Todas las noches, después de cenar, escuchaba música clásica con los auriculares puestos. Por eso aquel día no oyó a los sicarios, ni los gritos de su mujer. Murió convencido de que escuchar a Wagner le provocaba unas curiosas alucinaciones.

Con el mismo título

Quinientos años atrás la habrían quemado en la hoguera entre risotadas. Ahora se limitaron a echarla de la parroquia cuando les propuso realizar un estudio científico.

6 comentarios:

Tordon dijo...

Moraleja:
Cuando te "empanas" con las Walkirias ,de nada sirve ser trabajador, novelista y previsible.

Bss

PD: Pretender realizar un experimento científico en la parroquia...
La condenarán por esnob, no por bruja.

Alicia dijo...

Nada de snob, que sólo era una incrédula...

Besos

Velda Rae dijo...

Es que Wagner tiene curiosos efectos secundarios. Ya lo dijo Woody Allen: "Cuando escucho a Wagner siento deseos de invadir Polonia". ;-)

Alicia dijo...

Pues sí, Velda, sobre todo en ciertos cerebros ;-)
Besos

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimada señorita.
I-¿conoce usted el magnífico relato corto de Cortázar CONTINUIDAD DE LOS PARQUES?
II-Si no lo conoce,se lo recomiendo encarecidamente.
Un beso como un parque.

Alicia dijo...

Lo debí leer hace lustros, porque al releerlo al hilo de su comentario recuerdo el detalle final, y la inquietud de entonces y ahora, como con tantos relatos de Cortázar. Exceso de intensidad, lo llamo. Relatos para leer despacio, de pocos en pocos, sin empacharse.

Mi relato quería centrarse en la incredulidad de un hombre rígido, incapaz de entender lo que le está pasando, cuando esto se sale de sus cánones marcados, y que prefiere pensar que son alucinaciones antes que realidades. Pero me pudo la historia más que el proceso mental del prota.

Beso,
Alicia