domingo, 6 de diciembre de 2009

Choque


¿Te he dicho ya que odio los coches plateados? Cuando el sol está bajo, se confunden con la carretera. No quedaban más colores en la agencia del aeropuerto. Así dijo el otro conductor, que no me vio, que el camino estaba libre para seguir acelerando, mientras yo trasteaba inútilmente con los mandos, buscando las luces. Vino entonces el estruendo de metal contra metal, y metal contra muro. No fue eso lo peor, ni el dolor ni la quemadura del airbag. Lo peor fue tener que girar el cuello hacia ese horrible silencio donde, segundos antes, reían los niños.

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