jueves, 12 de noviembre de 2009

Blogosfera VII

Rebuscó en varias tiendas hasta encontrar la camiseta adecuada, compró cuatro. Preparó los rotuladores especiales, la tabla de planchar, las plantillas y las pruebas. Dos días antes tenía todo listo. Estaba segura de que sería la única oportunidad de cumplir su sueño, esa obra de teatro que él había jurado (en el blog, cierto), que no se perdería por nada del mundo y que sólo se representaría una vez.

Él salió del teatro sonriendo, incitando a sus acompañantes a rematar la noche en un bar de copas. Gin tonic en mano, dedicó unos segundos a preguntarse por qué aquella cuarentona que se llevó el Samur llevaba escrita en la camiseta la frase que servía de reluciente subtítulo en su blog.

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