sábado, 13 de junio de 2009

Tres relatos poco creíbles



Azul
El pez que nació azul quiso desbancarse por completo de los suyos y hacerse visible, nadar solo. Pero apenas se veían dos ojillos grises destacando del fondo azul. Un viejo pulpo le habló del Mar Rojo y allá dirigió todas sus esperanzas, y media vida. Descubierto el engaño, recuperado de la frustración, fue al Mar Negro con menos alegría. Más de lo mismo. Incansable, cuando una ballena le habló del Mar Muerto, supo que tenía la solución. Ahí estaba el contraste buscado. Consiguió llegar, y su propósito. Seis minutos, exactamente.

Rojo
Sólo la sacaban de su brillante envoltorio una vez a la semana y sólo durante unos minutos. Hasta el último sábado: cansada de cercenar esos miserables pelillos, ella, que aspiraba a grandes hazañas, fue directa a la garganta del adolescente.


Amarillo

Había pedido una tutoría privada, a ver si entendía por fin qué era eso de la t de Student, imprescindible para su tesis al parecer. Su primera sorpresa fue la nueva decoración del despacho: jubilado el viejo ogro, una reproducción de “La vaca amarilla” ocupaba media pared; al bajar la vista, se encontró con la nueva profesora.

Empezó a explicarle las variables categóricas, a él se le cayó el lápiz cuando vio su dedo en la boca. Se agachó a recogerlo, enredado en la pata de la mesa, tuvo tiempo de sobra para observar qué no llevaba bajo el vestido, y dónde estaba ahora su mano. Cuando llegaron a Student, tiró el lápiz adrede para constatar que no había sido una alucinación. No lo era.

La siguiente sorpresa fue que el despacho tenía ahora sofá, donde se tumbó él con los pantalones en las rodillas, a recibir el castigo merecido por no haber hecho los deberes. Diez, palma sobre carne blanca, suaves. Después cambiaron de postura, arrugaron mucho la ropa, se sorprendieron del sabor salado, ansiaron más dedos para recorrer más piel. Descansaron al final sin separarse siquiera, hasta que la respiración volvió al ritmo normal.

El adiós fue sencillo. Aún tardaría mucho en terminar la tesis.

7 comentarios:

Nebroa dijo...

Me gusta tanto el amarillo que creo que esta noche me vestiré de ese color!
Un besi!

Alicia dijo...

Me alegro que te haya gustado. Cuidado con los mosquitos (y en aumentativo) ;-)

Besos.

Nebroa dijo...

jajaj los aumentativos hace tiempo que desaparecieron de mis sábados! De vez en cuando alguno que suba la autoestima no estaría mal! mmm...nooo! es coñaaa!
Escribes con tanta fuerza que sin entrar a tu blog, sé que tengo que venir urgentemente ;)

Tordon dijo...

Interesantes relatos, estimada Alicia.
Y el último, sin pretenderlo (¿ o sí?) es "amarillo" y "verde".

Bss

Alicia dijo...

Bueno, Nebroa, si te cuento mi sábado seguro que te consuelas ;-) y para subir la autoestima basta con según qué camiseta. El género masculino, ya se sabe.
Muchas gracias por el piropo.

¿Cómo que "sin pretenderlo", amigo Tordon? Mira que decirme eso a mí, el control personificado... pero no me mezcle el verde con esto, que es un color tirando a feo.

Besos a los dos.

El Porquero de Agamenón dijo...

Querida señorita.
I-Decididamente tiene usted capacidad para la fabulación.
II-Enhorabuena.
El porquero.

Alicia dijo...

Gracias, amable Porquero. A días (pocos), estoy de acuerdo con su primer aserto, y a otros días (muchos), creo que lo único que tengo es capacidad para destrozar dudosas buenas ideas. Todo según el medidor de autocrítica, claro está.

Besos,
Alicia